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17 febrero 2010

"Las partículas elementales" de Michel Houellebecq

El autor: Michel Houellebecq. Hijo de padres atípicos que, al parecer, se desentendieron de él desde muy pequeño, pasó su infancia y adolescencia con su abuela paterna, de la cual adoptó su apellido como pseudónimo. De este hecho biográfico nacen algunos de sus temas recurrentes en su obra, como su fijación en las miserias afectivas del hombre contemporáneo. En 1980 se licenció como ingeniero agrónomo. Su vida quedará reflejada en su primera novela.
Sus obras y opiniones, muy críticas con el pensamiento políticamente correcto y con los restos de mayo del 68, le pusieron en el punto de mira de algunos medios, que lo acusaron de misógino, decadente y reaccionario, lo cual sólo hizo que aumentaran su popularidad y sus ventas. Es adorado por sus incondicionales -Fernando Arrabal le considera el mejor escritor francés vivo- y denostado como pornógrafo, misógino y racista por sus muchos oponentes.

La obra: Las partículas elementales. La obra, una especie de ensayo novelado autobiográfico, cuenta como es la vida del hombre occidental desde los años ‘70 a nuestros días prolongando su elucubración futurista hasta 2030 y su importancia y originalidad consiste en cómo lo hace: Con innegable calidad literaria y acompañada de un lenguaje agresivo, nos presenta a dos hermanastros que son abandonados, por su madre y padres, a manos de abuelas o colegios que los dejan sin referente familiar y protección. Son victimas de las circunstancias familiares y que estas a su vez lo fueron por otras sociales: Michel, (biólogo dedicado a la investigación molecular y ajeno a cualquier tipo de afectividad) y Bruno (obsesionado con alcanzar placer sexual de manera inmediata y que debido a su poco atractivo fisico se ve abocado a buscarlo de manera solitaria).
A través de ellos teje una despiadada crítica a valores que se suelen ocultar cuando la literatura se hace en base a lo “políticamente correcto” y de Houellebecq nada se salva: la liberación sexual pregonada en la época, el feminismo extremo, el miedo cerval al envejecimiento y la obsesión por permanecer adolescentes, las religiones y sectas, la incapacidad afectiva y erótica, las administraciones públicas, el mito de mayo del ’68, los hijos, la familia....
Todo merece una crítica despiadada, irrespetuosa y desesperanzada. No hay tregua a la sociedad actual y su sed hedonista, la globalización y sus consecuencias, el éxito como meta y la falta sentimientos que conduce a los personajes a un callejón sin salida.
Deja una puerta abierta a la esperanza con la llegada de una nueva religión (New Age), un futuro femenino -gracias a complicidad, generosidad, optimismo y armonía de la mujer- y otra humanidad, (tras la culminación del proceso destructivo de la actual), producto de la clonación y la manipulación del genoma humano o del desarrollo de la biología molecular. Mientras nos hace reflexionar, casi con machacona insistencia, sobre las alternativas posibles al comportamiento social actual. Hay un futuro alternativo perfectamente posible que solo la ética podrá limitar, pero ¿cuál es su límite?.
La obra ha gustado o escandalizado, pero no deja impasible. Son personajes reales aunque extremos, con sus deseos, pasiones y debilidades. Seres frágiles con los que fácilmente nos podemos identificar. Los espacios donde viven, las fiestas de sexo en grupo, playas nudistas de sexo fácil...son reales y existen aunque la sociedad las oculte. En medio de todo también cabe el amor, la ternura y el dolor. En la novela, la hipocresía está fuera de lugar.
Todo invita a la reflexión a la vez que nos hace participes de la soledad, la angustia y desgracia de sus personajes y, a veces, también con risa.

Sevilla 17/02/2010