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21 enero 2015

"El jardín de los cerezos", "Tío Vania", "Tres hermanas" de Anton Chejov

Antón Pávlovich Chéjov


(Taganrog, 1860- Baden-Wurtemberg, 1904) fue un médico, escritor y dramaturgo ruso. Su madre, Yevguéniya, era una gran cuentacuentos, y entretenía a sus hijos con historias de sus viajes junto a su padre por toda Rusia.
El padre de Chéjov empezó a tener serias dificultades económicas en 1875; su negocio quebró y se vio forzado a escapar a Moscú para evitar que lo encarcelaran. Hasta que no finalizó sus estudios de bachillerato en 1879, Antón no se reunió con su familia. Comenzó a estudiar Medicina en la Universidad de Moscú.
En un intento de ayudar a su familia, comenzó a escribir relatos humorísticos cortos y caricaturas de la vida en Rusia. Se desconoce cuántas historias escribió durante este periodo, pero se sabe que se ganó con rapidez fama de buen cronista de la vida rusa. Se hizo médico en 1884 pero siguió escribiendo para diferentes semanarios. En 1885 comenzó a colaborar con una gazeta con artículos más elaborados que los que había redactado hasta entonces. En diciembre de ese mismo año, fue invitado a colaborar en uno de los periódicos más respetados de San Petersburgo. En 1886 se había convertido ya en un escritor de renombre. Ese mismo año publicó su primer libro de relatos, Cuentos de Melpómene; al año siguiente ganó el Premio Pushkin gracias a la colección de relatos cortos Al anochecer.
En 1887 se estrenó su obra La Gaviota, un éxito que interpretó la compañía del Teatro de Arte de Moscú, Chejov escribió tres obras más para esta compañía: Tío Vania (1897), Las tres hermanas (1901) y El Jardín de los Cerezos(1904).
Pasó gran parte de sus 44 años gravemente enfermo a causa de la tuberculosis que contrajo de sus pacientes a finales de 1880. En mayo de 1904 ya se encontraba gravemente enfermo, por lo que el 3 de junio se trasladó junto con su mujer Olga al spa alemán de Badenweiler, en la Selva Negra. Fallece el 2 de julio.

El jardín de los cerezos
El jardín de los cerezos es la última de las piezas principales de Chéjov. Se trata de una comedia escrita en cuatro actos, ambientada en el declive económico de la aristocracia rusa a finales del siglo XIX. Durante este periodo, los hijos de los que habían sido sus esclavos se enriquecían y tenía lugar una inversión de papeles que ponía en entredicho el modus vivendi de las clases adineradas tradicionales. Un mundo de esperanzas y nuevas oportunidades surgirá de la desgracia, de la crisis. Antón Chéjov, poco antes de morir, escribe «El Jardín de los Cerezos» como reflejo de su época. Hoy, sin duda, es también reflejo de la nuestra. Las coincidencias son relevantes y nos invitan, como ciudadanos comprometidos con nuestro tiempo, a revisitarlas y reflexionar con ellas sobre el sentido de nuestro modelo vital.

Tres hermanas
Esta obra se lleva a cabo durante un período de varios años en un pueblo provincial en donde las hermanas Prozorov viven junto a su hermano Andrei. Olga, la mayor, es maestra en una escuela; Masha está casada infelizmente con un maestro de la misma escuela e Irina y Andrei sueñan con volver a Rusia.
Vershinin, el nuevo teniente de la armada se une al grupo al que también pertenece el doctor Chebutykin que se encarga de decir a todo el que lo escucha que se ha olvidado de toda la medicina que aprendió.
Esta obra muestra maravillosamente personalidades, relaciones y las motivaciones. Explora la distancia entre la esperanza y la plenitud en las vidas de los Prozorovs y sus amigos.
Chéjov describió esta pieza como una obra de comedia, donde no hay héroes ni sucesiones de actos trágicos. Los personajes tienen tantas fallas así como virtudes, pero todas en escalas humanas. En este marco se desarrolla esta obra, sin héroes ni grandes sucesos, pero con un gran reflejo de la personalidad humana.

El tío Vania

Una casa de campo en Rusia. Cuatro hombres y cuatro mujeres en plena madurez, llenos de deseos y pasiones cruzadas, toman conciencia de que el destino de sus vidas comienza a escapárseles. Quizás pudieran soñar con otras formas de vivir más felices, quizás deban decidir, simplemente, entre negar la realidad o tener el valor de afrontarla…
En El Tío Vania, el alma humana queda reflejada en todos sus matices: imaginación, esperanza, sueños perdidos, frustración y, la búsqueda del sentido de la vida.