La autora
Amélie Nothomb (Kōbe, Japón; 13 de agosto de 1967) es una escritora belga de lengua francesa. Desde 1992, ha publicado una novela cada año.
Amélie ha vivido en muchos sitios, encuentra el horror de la guerra y la pobreza, se refugia en el mundo dorado de la infancia, junto a su hermana mayor, de la que permanece muy próxima. A los diecisiete años descubre Europa y más precisamente Bruselas, ciudad en la que se siente extraña y extranjera. Estudia filología románica en la Universidad Libre de Bruselas, pero su apellido evoca en Bélgica a una familia de la alta burguesía católica y a un bisabuelo de extrema derecha, lo que no favorece su integración en una universidad de tendencias liberal-socialistas (sobre ello escribió una novela semi-biográfica, Antichrista). Una vez licenciada, regresa a Tokio y entra a trabajar en una gran empresa japonesa. Posteriormente relató esta experiencia penosa en su novela Estupor y temblores (Stupeur et tremblements), Gran Premio de Novela de la Academia Francesa en 1999, y fue llevada al cine por Alain Corneau en 2003.
Regresa a Bélgica y publica Higiene del asesino (Hygiène de l'assassin) en 1992. Es el comienzo de un éxito fulgurante, este libro fue redactado después de una trágica visión de la muerte de su hermano a manos de un borracho. En adelante, la autora puede vivir de la literatura, su pasión. Se dedica a esa actividad al menos cuatro horas diarias, y afirma escribir tres novelas al año, de las que sólo publica una.
De su estilo se ha opinado que es valioso y pedante pero a la vez cómico y con mucho carácter, propio de una mujer que ha tenido que hacerse a sí misma; nadie niega la vivacidad de sus relatos, la precisión del vocabulario, la originalidad de los temas y una mordacidad constante. Maneja magistralmente el arte de lo absurdo.
La obra.
Metafísica De Los Tubos, De Amèlie Nothomb
2001-Ed. Anagrama 144 pp.
Novela autobiográfica en que Nothomb relata sus tres primeros años. Según explica en una parte del relato, los japoneses tratan a sus bebés como pequeños dioses más o menos hasta los tres años. Después de llegar a los dos años y medio en estado de tubo, la pequeña Amèlie despierta al mundo por obra y gracia de un "milagro" propiciado por su abuela que le descubre el sentido de la vida, el placer.
Desde ese momento comienza a observarlo todo con mirada prudente, irónica, midiendo cada paso que da (oculta a su familia que sabe hablar y les regala sus primeras palabras en etapas fríamente meditadas), meditando sobre la vida y la muerte, el mar, aprende a leer sola...
También a esa edad decide ser japonesa, mostrando el profundo amor que siente hacia un país que no es el suyo. En parte parece ser por la adoración que le muestra su aya: Nishio-san que le da la comida de su plato, la adora: y entre unos padres que la trataban igual que a los demás y una aya que la divinizaba no había duda. Sería japonesa. Aunque puede hablar en los dos idiomas y para ella no hay diferencias entre ellos, decide lanzarse a hablar en japonés, comunicándose así con su adorada Nishio-san (y con sus fieles), gracias a la cual descubre algunos de los grandes temas de la vida, como la pérdida, en contraposición con Kashima-san, una japonesa aristocrática y amargada que culpa a los occidentales de todo lo que ha sido malo en su vida.
Parece difícil, pero en unos meses de su vida, Amèlie aprende mucho de lo que necesita para desenvolverse en la vida, y lo expresa con ingenio y, a ratos, sorprendente.
La obra ha dejado entre los lectores división de opiniones: quienes la han leído con mayor sentimiento de estar ante un tratado de esa rama de la Filosofía que es la Metafísica, como estudio del Ser en cuanto tal y de sus propiedades, causas y principios, han encontrado una gran obra. Los que buscaron narrativa que provoca emoción y entretenimiento quedaron desencantados.
Posiblemente una obra para hacer segunda lectura
A continuación transcribo palabras, a proposito de la obra, encontradas en un blog:
“Un día me vi igual que una esponja, absorbiendo todo y afectada por todo a la vez. Y me planteé... puestos a elegir... ¿por qué no ser un tubo? un tubo flexible por el que todo fluya, por el que todo resbale... Pocas cosas son tan perfectas como un tubo... Si logras que lo malo no te afecte es como si no existiera... ¿no ? ... Y ... ¿Si todos decidiéramos ser tubos no sería todo más sencillo?