"Muerte de un viajante" de Arthur Miller
Arthur Asher Miller nació en Nueva York el 17 de octubre de 1915, hijo de emigrantes austriacos, y murió en 10 de febrero de 2005. Influido por Ibsen, Miller mostró su preocupación por la sociedad que le rodeaba y su problemática en Todos eran mis hijos (1947), donde abordó la actividad de los que se aprovechan de la guerra. La obra obtuvo el premio de la Crítica de Nueva York en 1948, inscribió al autor dentro del realismo norteamericano de su tiempo y supuso su espaldarazo definitivo.
En sus primeros títulos se entrevé ya lo que sería el elemento fundamental de toda su obra: la crítica a todos aquellos valores de carácter conservador que comenzaban a asentarse en la sociedad de Estados Unidos. Dos años después llegaría su mayor triunfo con una denuncia del carácter ilusorio del sueño americano: La muerte de un viajante (1949), obra por la que obtuvo el Pulitzer de Teatro y, de nuevo, el premio de la Crítica de Nueva York, y que a menudo se cita entre las mejores del teatro contemporáneo. Ese mismo año, el montaje teatral, dirigido por Elia Kazan, obtuvo seis premios Tony. La obra se representó ininterrumpidamente desde el 10 de febrero de 1949 hasta el 18 de noviembre de 1950, y posteriormente se estrenó en salas de todo el mundo. En 1985 fue llevada al cine por Volker Schlöndorff, con un memorable Dustin Hoffman en el papel protagonista.
Arthur Miller sufrió en sus propias carnes la “caza de brujas” del senador McCarthy. Su obra “Las brujas de Salem (1953)”, un alegato contra la intolerancia y el puritanismo ambientado en 1692, era en realidad una denuncia contra las investigaciones que desde 1946 llevaba a cabo el denominado Comité de Actividades Antiamericanas.
Arthur Miller, contrajo matrimonio con la mítica actriz Marilyn Monroe el 29 de junio de 1956 de la que finalmente se divorció en enero de 1961. En esos años Miller se mantuvo alejado de los escenarios y no volvió a estrenar hasta 1964.
La obra: La muerte de un viajante
La obra no ha perdido un ápice de actualidad con los años sino que, por las circunstancias económicas y sociales de hoy, nos parece fresca y de plena actualidad donde es fácil identificar problemas generacionales, de hipocresía social, dificultades económicas y laborales, soledad del individuo y fuerte división social entre ricos y pobres, entre los del éxito o los del fracaso.
Las emocionantes situaciones que plantea son numerosas presentando a personajes con trastornos bipolares, jóvenes que navegan por la vida sin rumbo cierto, adultos que simulan situaciones exitosas hacia el exterior cuando ven como esa hipocresía les arrastra a la miseria, ocultación de la realidad por temor a la sociedad, perdida de valores educacionales, desprecio de la formación y la cultura. La sociedad competitiva no admite el fracaso arrastrando al perdedor a la más absoluta miseria.
Toda la obra, con su visión retrospectiva y personajes del pasado que se inmiscuyen en la acción, es una crítica a esa sociedad de consumo que idealiza el “sueño americano” que hace insignificantes los valores morales pero que conduce al fracaso de la familia y del individuo que no ha alcanzado el éxito.
El protagonista, vendedor solitario y fracasado, intenta aprender de sus errores pero una falta de visión realista le acaba por demostrar la falacia de su sueño sin posibilidad de marcha atrás.
La única solución es cobrar el seguro a costa de su muerte que permita a su familia empezar con una base que les permita progresar.
Sevilla a 23/11/2011