"Esperando a Godot" de Samuel Beckett
Samuel Beckett
Poeta, novelista y destacado dramaturgo del teatro del absurdo. De origen irlandés, en 1969 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1969. Beckett nació el 13 de abril de 1906 cerca de Dublín. Tras asistir a una escuela protestante de clase media en el norte de Irlanda, ingresó en el Trinity College de Dublín, donde obtuvo la licenciatura en lenguas romances en 1927 y el doctorado en 1931. Al mismo tiempo continuó estudiando al filósofo francés René Descartes que sentaría las bases filosóficas de su vida y su obra. Fue entonces cuando conoció al novelista y poeta irlandés James Joyce. En 1937 se estableció definitivamente en París, pero en 1942, tras adherirse a la Resistencia, tuvo que huir de la Gestapo. Al final de la guerra regresó a París, donde produjo cuatro grandes obras: su trilogía Molloy (1951), Malone muere (1951) y El innombrable (1953), novelas que el propio autor consideraba su mayor logro, y la obra de teatro Esperando a Godot (1952), su obra maestra en opinión de la mayoría de los críticos. Gran parte de su producción posterior a 1945 fue escrita en francés. Otras obras importantes, publicadas en inglés, son Final de partida (1958), La última cinta (1959), Días felices (1961), Acto sin palabras (1964), No yo (1973); los relatos Murphy 1938) y Cómo es (1964); y dos colecciones de Poemas (1930 y 1935). Una de sus últimas obras es Compañía (1980), donde resume su actitud de explorar lo inexplorable. Tanto en sus novelas como en sus obras, Beckett centró su atención en la angustia indisociable de la condición humana, que en última instancia redujo al yo solitario o a la nada. Asimismo experimentó con el lenguaje hasta dejar tan sólo su esqueleto, lo que originó una prosa austera y disciplinada, sazonada de un humor corrosivo y con el uso de la jerga y la chanza. Su influencia en dramaturgos posteriores, sobre todo en aquellos que siguieron sus pasos en la tradición del absurdo, fue tan notable como el impacto de su prosa.
Son famosas sus frases; corrosivas, de denuncia, esenciales, profundas, absurdas.
http://www.frasesypensamientos.com.ar/autor/samuel-beckett.html
Esperando a Godot
Cuando en 1953 se estrenó en París Esperando a Godot, casi nadie sabía quién era Samuel Beckett, salvo, quizá, los que ya lo conocían como ex secretario de otro irlandés no menos genial: James Joyce. Por aquellas fechas, Beckett tenía escrita ya gran parte de su obra literaria; sin embargo, para muchos, pasó a ser «el autor de Esperando a Godot». Se dice que, desde aquella primera puesta en escena —que, realizada por el gran Roger Blin, causó estupefacción y obtuvo tanto éxito— hasta nuestros días, no ha habido año en que, en algún lugar de nuestro planeta, no se haya representado Esperando a Godot. ¡Más de cuarenta años en los escenarios del mundo! El propio Beckett comentó en cierta ocasión, poco después de recibir el Premio Nobel de Literatura en 1969, que Esperando a Godot era una obra «horriblemente cómica». Sí, todo lo horriblemente cómica que puede resultar, a fin de cuentas, la angustiosa situación límite de dos seres cuya vida y grotesca solidaridad se forjan en la absurda y vana espera de ese quién sabe qué (o quién) al que llaman Godot…
Encuadrada dentro del teatro del absurdo, la obra nos plantea la monotonía de la existencia humana, la esperanza y desesperanza de un porvenir que nunca ha de llegar; la lentitud de la vida de los personajes como alegoría del tiempo donde no pasa nada y lo irremediable de su paso donde el hombre no puede hacerlo variar. Es el Tiempo la gran interrogante donde los protagonistas mientras esperan su transcurso proponen separarse, unirse, ahorcarse, irse, volver…..siempre en un mismo espacio. Se rellena el tiempo de palabras (cuanto de esto sufrimos cada día) y de impotencia ante un pasado que se olvida y se antoja lejano, un futuro incierto y un presente como mera duración de la aburrida vida, insegura, incierta….siempre a la agobiante espera de nada mientras reflexionan sobre todo sin salida posible.
Una obra maestra que desasosiega al lector