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18 mayo 2009

Mario Benedetti

Ha muerto un hombre, un poeta, un amante...........
A los 88 años ha muerto Mario Benedetti, en su tierra, en Montevideo, donde él quiso transportarnos con su lucha comprometida contra todas las dictaduras, con su palabra cargada de sentidos y de sentimientos, con su Tregua.
Nos ha dejado el poeta que nos enseñó a enamorarnos de la mano de sus poemas o al ritmo de sus versos cantados por Serrat, el conocedor de la sensibilidad femenina, el que tan profundamente amó a Luz, su esposa, a la que cuidó hasta su muerte y lo dejó malherido.
En el poema ‘Maquina’ decía “La vida es una máquina / para la que no hay respuestas / ni repuestos”. Eran versos postreros, recientes, del que ve llegada su hora.
Vino a nuestra página, de la mano de Paca, con motivo del Día Internacional de la Mujer en Marzo de 2008. En un comentario ella nos decía que tenemos que leerle ahora que escribe.....si esperamos....podremos sentir que escribió. Ese momento ya ha llegado.
Viene hoy a nuestro club como homenaje a una vida plena de enseñanzas, de compromisos (Noción de Patria), de sentimientos contenidos en sus poemas de amor (Hagamos un trato, Corazón coraza, Táctica y estrategia....) o contándonos la vida cotidiana de seres comunes que sienten como héroes en la Tregua, esa obra en prosa cargada de poesía y que tanta emoción provoca.
Ay Dios, Ay Dios, Ay Dios............te has ido pero seguirás entre nosotros.
Dejo su voz y sus versos en la voz de Serrat en nuestra lista de audio y sirva estas letras para homenaje suyo.

Su biografía y sus poemas pueden leerse y oírse aquí

7 comentarios:

Antonia dijo...

Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
solo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.

Yo no te pido que me firmes
diez papeles grises para amar
sólo te pido que tu quieras
las palomas que suelo mirar.

De lo pasado no lo voy a negar
el futuro algún día llegara
y del presente
que le importa a la gente
si es que siempre van a hablar.

Sigue llenando este minuto
de razones para respirar
no me complazcas no te niegues
no hables por hablar.

Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
solo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.

Es mi manera de recordar a este gran POETA.

Paca dijo...

Dios mío, Dios mío, Dios mío … dijo Martín Santomé cuando perdió a su Avellaneda, yo empiezo estas líneas como ella empezó su última carta… Usted, Mario no sabe como querría tener yo ahora todo el tiempo del mundo para leerlo…pero no puedo convocarlo a mi lado para aproximarle a mi tristeza, porque nos deja. Usted Mario, no sabe cuánto quiero vivir para vivirlo en sus palabras, en todo lo que nos regaló escrito, en tantas cosas. Usted claro, no sabe, porque nunca lo he dicho, ni siquiera esas noches en que me ha acompañado con sus líneas incrédulas y libres, cómo yo valoro su sencillo coraje de escribirme. Usted, Mario Benedetti no sabe, sé que no lo sabe, cuánto he aprendido yo a su lado, porque no ha visto mis ojos despejando la incógnita del verso que había escrito. Usted no sabe que bien lindo encuentro ahora mis cachivaches y los suyos, y cómo los comparto… que vivo la vida adrede. No sabe que le debo, mucho, le debo haber aprendido a sujetar mi vida con andamios de palabras y de versos, muchas veces, esas han sido suyas. Mario, usted no sabe que desde entonces me descubro desnuda y en lo oscuro, que he aprendido que genero un resplandor que da confianza, que puedo ser una vocación para las manos, para los labios casi un destino y para el corazón un despilfarro. Pero aun así mis días están llenos de despistes y flaquezas, e intento vivir mi vida en defensa propia, esperando ver llegar despacito el porvenir de mi pasado, sin cansarme, mientras, entre insomnios y duermevelas yo lo leo. Usted no sabe que le debo mi buzón del tiempo, donde voy guardando el mundo que respiro, la borra del café, mi papel mojado, los besos esperados, los recuerdos olvidados, la realidad y la palabra, la casa y el ladrillo, las letras de emergencia y las caricias que aún no he dado. Usted Mario, no sabe todavía, pero yo se lo digo que a veces vivo a ras del suelo, por culpa de una víspera indeleble, pero he conseguido salvarme porque recibí de su mano un mensaje escrito dentro de una botella, y le doy las gracias porque el olvido está lleno de memoria y por ello sigo siendo testigo de mi misma. A usted le doy las gracias, porque sin saberlo supo acompañarme a dos voces cuándo lo necesitaba, en alguna primavera con una esquina rota, bajo una morera las primeras veces, en algún parque, al borde de un río, en un café y en muchos adioses y bienvenidas. Usted ha sido la respuesta a muchas cosas, usted es mi poeta y yo la que le sigo, usted fue hombre y supo de mujeres y supo de contarlo y supo de escribirlo. Mario le tengo que dar a usted las gracias por muchas cosas, pero sobre todo por contarme al oído la historia de una tregua, por decirme que nunca es tarde aunque se desteja el almanaque muy deprisa, que vivir es eso, es estar cerca y no caerse, que a veces la vida se queda muy sola con la muerte. Gracias también por el Brindis, que me enseño a brindar por los aparecidos y los desaparecidos, por el amor que se desnuda, por el queso y los espejos, por los peñascos de la angustia y por la vida. Ahora sabe usted, porqué le debo tanto, porqué me entristece su marcha, porqué esperaré sus cartas desde donde vaya, porqué le seguiré leyendo y porqué me ha dado tanto. Querido Mario, a usted le debo instantes inolvidables y emocionantes que me llegaron con sus palabras, con las mías solo pretendo hacerle llegar mi abrazo porque no estaba preparada, he visto cerrarse su poesía de un portazo, sin previo aviso y me he asustado. A usted, le digo adiós, desde aquí abajo, muy despacio y en voz baja. A usted le pido Mario, que no deje de contarme cosas desde ese, su último exilio y el más largo, que me escriba, que yo sabré esperarle, que no le cansen. Que le quiero, y a usted Mario, le mando si me lo permite, un beso.

Anónimo dijo...

Me gusta la gente con capacidad de medir las consecuencias de sus acciones, la gente que no deja soluciones al azar.

Me gusta la gente que piensa en el trabajo de equipo, entre amigos, produce más que los caóticos esfuerzos individuales.

Me gusta la gente sincera y franca,
capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, a éstos les llamo mis amigos.

Me gusta la gente fiel y persistente que no fallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Versos de Marío Benedetti.
(Me imagino que adivinó mis gustos y los expresó en estos versos)

Paca dijo...

Pues a mí, además de gustarme Benedetti me gustas tú, porque eres grande, eres hermosa, eres de los demás y sabes de nosotros. Porque eres sincera, pero no siempre, porque te gusta agradar, porque sabes reírte sin faltar, porque eres tu propia alegría y la sabes regalar. No tenemos más remedio que quererte todos, los amigos, los poetas, los profes de inglés, monitores de piscinas y alguno, que aunque se esconda en una pecera hacer burbujitas por ti. Dios mío, Dios mío, Dios mío… no dejes nunca de festejar la vida, no pierdas nunca tu risa y dime siempre ¡¡Mira bonita!!... aunque firmes “anónimo”, yo te seré fiel y te llamaré “Gamito”. Benedetti dice que sí, que adivinó tus gustos, por eso escribió estos versos y por eso te manda un beso.

Rafael dijo...

Gracias a vosotras por llenar este espacio con vuestra luz. Gracias porque querais las palomas que suelo mirar. Gracias por dejarme formar parte de este grupo del que tanto aprendo. Y gracias Paca por dejarnos aquí esa carta a tu amigo Mario, del que tanto sabes y tanto vives. Es verdad que generas un resplandor, eres una vocación y destino; pero nunca un despilfarro.

ESPERANZA. G dijo...

Os felicito por la creación de este bloq, desgraciadamente mi encuentro con él, ha sido a consecuencia de la pérdida de Benedetti.
Os Admiro por conseguir reflejar sensibilidad y conocimiento en cualquier esquina de este rincón literario
A partir de ahora, me convertiré en una visitante asídua

bertferca dijo...

Desganas
Si cuarenta mil niños sucumben diaramente
en el purgatorio del hambre y de la sed
si la tortura de los pobres cuerpos
envilece una a una a las almas
y si el poder se ufana de sus cuarentenas
o si los pobres de solemnidad
son cada vez menos solemnes y más pobres
ya es bastante grave
que un solo hombre
o una sola mujer
contemplen distraídos el horizonte neutro

pero en cambio es atroz
sencillamente atroz
si es la humanidad la que se encoge de hombros.