"Otra vuelta de tuerca" de Henry James
Henry James (Nueva York, 1843 - Londres, 1916) Narrador, crítico y dramaturgo estadounidense de obra psicológica y estructuralmente compleja, considerado uno de los grandes maestros de la ficción moderna. Era hermano del filósofo y psicólogo W. James. Estudió en Nueva York, Londres, París y Ginebra, y en 1875 se estableció en Inglaterra. A los veinte años comenzó a publicar cuentos y artículos en revistas de su país.
Su narrativa en general se caracteriza por el ritmo lento y la descripción sutil de los personajes, más que por los propios acontecimientos; las tramas, aunque no suelen ser complicadas en extremo, cobran densidad por los repliegues de la estructura y el estilo indirecto, como en “Los papeles de Aspern” (1888) y “Otra vuelta de tuerca” (1898), que es para muchos la culminación de su obra.
En esta última, por ejemplo, una muchacha es contratada por una familia adinerada para que se encargue de cuidar a sus sobrinos, pues los padres de los niños han muerto. Cuando llega a la casa conoce a Flora, la niña, y a los pocos días llega Miles, el niño, y poco a poco la chica descubre que pasan cosas extrañas en la casa, pues Flora parece estar poseída por Jessel, el fantasma de la antigua niñera que había fallecido, y Miles también parece estarlo por el señor Quint, otro servidor que trabajaba allí años atrás.
La forma en que narra los procesos mentales de sus personajes lo convierte en uno de los precursores indiscutibles del llamado "monólogo interior", en lo que se anticipó a maestros como J. Joyce o W. Faulkner; otro de sus avanzados descubrimientos estilísticos fue el empleo de narradores múltiples. Autor prolífico, escribió una veintena de novelas, más de un centenar de relatos, varias obras teatrales e innumerables críticas, además de lúcidos ensayos como “El arte de la novela”, “La imaginación literaria” y “los Cuadernos de apuntes”, que ejercieron un indudable magisterio en muchos autores posteriores.
Otra vuelta de tuerca
En un anochecer de junio, asomado a las almenas del torreón, un caballero, muy erguido, mira desafiante a una agitada y nerviosa institutriz. Esa figura que, si existe, sólo puede ser la de un fantasma, se recorta con tanta firmeza contra el cielo como un retrato en su marco. ¿Qué puede hacer la institutriz, sola en un aislado caserón, para proteger a sus dos pupilos del lento acoso de los fantasmas? Nos hallamos ante uno de los mejores argumentos de la literatura moderna. Se ha dicho que encierra un aviso de la presencia del Mal más allá de toda imaginación, una refinadísima historia sobre los inconvenientes de la bondad, una metáfora de la escritura. Tal vez las interpretaciones sean infinitas.
La presente traducción, obra de un escritor no por secreto menos necesario, tiene categoría de clásica. «Recuerdo ahora», escribió Jorge Luis Borges en el prólogo a una novela de José Bianco, «su admirable versión del más famoso de los cuentos de Henry James. El título es, literalmente, La vuelta de tuerca.Bianco, fiel a la complejidad de su artífice, nos da Otra vuelta de tuerca».
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