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20 octubre 2008

Comentarios a "La importancia de llamarse Ernesto"

Junto a la lectura de "La importancia de llamarse Ernesto" también se ha realizado la de "El abanico de Lady Windermere"
El autor:
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La obra:

Wilde se sirve de su teatro para renovar un género decadente y para hacer una dura crítica y caricatura de la hipócrita y rígida sociedad victoriana, consiguiendo además que esta sociedad lo acepte.
Son dos comedias de enredos caprichosos, de cabos sueltos, triviales, donde cada personaje es un divertido cínico, un ejemplar de la buena educación, donde se antepone la apariencia a la felicidad, a los sentimientos, a la simple verdad. Quizás, baste dar un paseo por nuestras vidas para ver que todo sigue igual; que nos tragamos mentiras en busca de un buen objetivo, que en los asuntos de importancia el estilo y no la sinceridad es lo esencial, que hay que ocultar lo desagradable, ensalzar lo agradable. ¿Qué más da si no eres nada, pero lo aparentas? Es importante saber el precio de todo, pero se ignora el valor de nada. Un mundo, como el de hoy, en el que muy frecuentemente destaca la ingenua visión del cristiano sacrificio, de sacrificar una vida por una caricatura de vida, donde la cortesía está primero y la moral después.
Son obras con condimentos románticos, mensajes de vida, equívocos, pecados y culpas que logran redención, una exposición del manual de las “buenas maneras”, pero no de los buenos sentimientos. Un mundo de apariencias, donde los modales se anteponen a las morales.
Con un lenguaje ágil, inteligente, fresco y exportable a toda época, Oscar Wilde nos da una lección de cómo hacer teatro, de rápido ingenio, de profunda crítica. Lo importante no esta en la trama, todo es previsible. Lo verdaderamente importante está en cada párrafo, en cada frase, en cada palabra.

En 1895, en la cima de su carrera, se convirtió en la figura central del más sonado proceso judicial del siglo, que consiguió escandalizar a la clase media de la Inglaterra victoriana al ser arrestado. ]Wilde, que había mantenido una íntima amistad con Lord Alfred Douglas (conocido como Bosie), fue acusado por el padre de éste, el marqués de Queensberry, de sodomía. Se le declaró culpable en el juicio, celebrado en mayo de 1895, y, condenado a dos años de trabajos forzados, salió de la prisión arruinado material y espiritualmente. Su peripecia en prisión fue descrita en la obra De Profundis, extensa carta llena de resentimiento dirigida a Lord Alfred Douglas al final de su estancia en prisión. Con una prosa descarnada, y sin florituras literarias, este sobrecogedor documento humano constata el fracaso del amor.
Desengañado de la sociedad inglesa, Wilde pasó el resto de su vida en París, bajo el nombre falso de Sebastian Melmoth. Allí, y de la mano de un sacerdote irlandés de la Iglesia de San José, se convirtió al catolicismo, fe en la que murió.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta Oscar Wide.Su vida y su obra fueron una larga (y finalmente
dolorosa)experimentacion,un oscuro
laberinto del que no pudo salir.
El Abanico de Lady Windermere:Es una satira de la excesiva preocupacion por la apariencia ante los demas.
La Importancia de Llamarse Ernesto:En este relato
demuestra su bien ganado apodo de "maestro del ingenio"
Frases:Mis deseos son ordenes para mi.

Paca dijo...

A mi me ha parecido fantástico, volver a encontrarme por unos días con Oscar Wilde y compartir mis ratitos de lecturas con él. Leerlo es siempre un placer, el único que nos queda, de haberlo podido tener de amigo nos hubiera hecho disfrutar a la vez de su compañía , de su encanto, su ironía, su ocurrencia y sus intentos de valentía, no pudo salir del armario impune pero yo habría entrado a estar con él. Era un inteligente retratista de cuanto le rodeaba, sutil y descarado a la vez, original, extravagante como solo los genios pueden permitirse ser. Su teatro me parece insolente y divertido; siempre quedan antojos de ver sus obras después de leerlo, supongo que esperando verle entre bambalinas o saliendo a saludar. Y en sus cuentos es donde aparecen los príncipes más bondadosos sin ser azules, sus fantasmas son los más cobardes y se dejan hasta humillar, cuando escribe sobre retratos lanza en ellos toda la porquería del alma camino del infierno, sus ruiseñores son capaces de dejarse desangrar para pintar una rosa, si escribe sobre gigantes, estos son besados por los niños cariñosos en jardines mágicos, fue capaz de escribir de todo menos un bonito fin para su propia vida. Solo al final quiso escribir verdades, y lo hizo en el umbral de su armario, con mucha amargura, desesperación, soledad y en forma de tardía declaración de amor. Me gusta su teatro……mucho, pero me quedo con su faceta de Cuentacuentos, debe ser difícil meter historias tan grandes en sitios tan pequeños. No consiguió ser eternamente joven, pero sí eternamente querido y respetado. Oscar, gracias por regalarnos tu ingenio y tu sensibilidad. Feliz estancia en Dandylandia.

Anónimo dijo...

La importancia de llamarse Ernesto, es una de las obras maestras de Oscar Wilde. Nos presenta a dos jovenes amigos que con engaños pueden llevar a cabo sus deseos de amores y diversion, mienten y propician el equivoco, en el cual se van enrredando. Con dialogos divertidos y por supuesto con un final inesperado.

Quizas lo mejor de su obra sea la critica que hace a las conciencias "libres de pecados", a la gente que cree que nunca comete errores y que esos errores solo lo cometen los demas.
Refinado,culto y provocador. En el estreno de El abanico de Lady Windermere ante publico que le ovaciono, Wilde respondio ironicamente desde el ecenario:"Celebro mucho que les haya gustado mi obra y los felicito por su buen gusto.Estoy seguro de que aprecian mis meritos casi tanto como yo mismo".
Antonia

Rafael dijo...

Poco queda que añadir a los comentarios que aqui se hacen sobre este esteticista que marco estilo en la sociedad de su época, en la que llego a ser figura prominente.
Su comportamiento excentrico y enfrentado a la norma masculina de su tiempo le costó frecuentes disgustos, aunque su ingenio y agudeza hizo que sus dichos fueran muy populares.
En su dichos afirmaba que "Las preguntas no son nunca indiscretas. Las respuestas, a veces sí." a la vez que tildaba a sus coetaneos de cínicos que saben el precio de todo y el valor de nada.
Con respecto al arte piensa que “La vida imita al arte más que el arte a la vida. La vida no sólo toma del arte espiritualidad, profundidad de idea y sentimiento, inquietud o paz, sino que puede modelarse a sí misma siguiendo las líneas y colores del arte.”