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28 noviembre 2009

"El batallón de los perdedores" de Salvador Gutiérrez Solís


El autor y su obra

Salvador Gutiérrez Solís (1968- )
En 1996 publicó su primera novela, Dictando al cojo. A ésta siguieron La sonrisa de Lucía (1997), El color de la sangre (1998), Premio Juan Valera, y La novela de una novelista malaleche (1999), finalista en el Premio Nacional de la Crítica. En 2000 publicó El coleccionista (Círculo de Lectores), y en 2001 La fiebre del mercurio y Spin Off. En 2003, Más de cien bestias atrapadas en un punto. Jugadores y coleccionistas, 2004, su único libro de relatos. En 2005, El sentimiento cautivo. En 2006 recuperó al novelista malaleche en El batallón de los perdedores. En 2007 su primera biografía, Barnaby Conrad, una pasión española. Ese mismo año, reaparece el malaleche en Guadalajara 2006. Ha participado en decenas de antologías. Ha sido traducido a varios idiomas. Ejerce la crítica literaria y es articulista en El Día de Córdoba.

La obra: El batallón de los perdedores
Novela llena de ironía, ácida y rocambolesca donde las haya. En un relato ameno, ágil y divertido el autor no deja títeres con cabeza en el mundo del libro que no se tambalee y caiga estrepitosamente y, en esa caída, arrastre la moda de los libros sobre la guerra civil española, los premios literarios y los enjuagues de los jurados, la escritura por terceros, el negocio de las agencias literarias....
Ficción y mucha realidad.

1 comentario:

Paca dijo...

Una sátira del mundillo que rodea la escritura. La crudeza con que toma la pluma adereza de ironía todo cuanto toca. Es una sorna constante y a veces absurda pero intenta ser desternillante. Escribe con soltura y con descaro. Es solo un libro, no tiene vida ni agita sentimientos. Particularmente no me interesan los entresijos editoriales, mi los negocios literarios…. Es un libro leído por leer, no es el placer de leer. Es leer sin más…. He echado mucho de menos el sentir de un agitar, el prestar atención a lo que me quiere contar, el desear estar con él un ratito más. Es solo una sonrisa descarada