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28 mayo 2008

Comentarios a “Sin destino”

Comentarios a la obra

Sin destino
Imre Kertész. Editorial Acantilado de bolsillo. 263 pp.

El autor: Imre Kertész, Premio Nóbel de Literatura en 2002 y primer escritor húngaro que recibe este galardón, nació en 1929. A los quince años fue deportado al campo de concentración de Auschwitz y luego al de Buchenwald. Fue uno de los pocos supervivientes. Regresó a Hungría para continuar sus estudios y después trabajó en diversas ocupaciones hasta que decidió dedicarse por completo a la escritura y a la traducción. Su primera novela, "Sin destino", se publicó en 1975, pero pasó prácticamente desapercibida hasta los años noventa. Luego vendrían "Fiasco" (1988) y "Kaddish por el hijo no nacido" (1990), que con la primera conforman una trilogía que dibuja una de las trayectorias intelectuales más sólidas de nuestro tiempo. En el año 2005 fue llevada al cine por el realizador húngaro Lajos Koltai siguiendo fielmente la narración.
El prestigio de que goza Imre Kertész es fiel reflejo del expresivo vigor filosófico con el que se enfrenta a la vida. La terrible experiencia del campo de exterminio constituye el horizonte de su incansable meditación. Sus novelas son una reflexión profunda de toda una vida, y muy cercana a esta, sobre el destino y la falta del mismo, sobre la libertad y la angustia de sobrevivir, sobre el sistema y la moral. Ha escrito también, Un instante de silencio en el paredón 1998; Diario de la galera 1992; Yo y el Otro 1997; Liquidación, 2003; Dossier K, 2006

Comentarios a la Obra: Imre Kertész nos ofrece una visión del drama del holocausto desde la descripción de los hechos sucedidos durante año y medio de la vida de un adolescente de 15 años, inmaduro y mimado, que cuenta en primera persona cómo es apresado en la calle y llevado a campos de exterminio por ser judío.
El joven narrador parte sin información previa sobre los horrores de la guerra y, por supuesto, de los crímenes del nazismo. De este modo el lector entra, a paso lento, en la espantosa realidad. El antisemitismo húngaro se hace presente desde las primeras páginas. No son las fuerzas de ocupación alemanas las que apresan a los judíos (creyentes y no creyentes, judíos por procedencia, no por religión) de Budapest sino sus propios compatriotas quienes lo hacen.
Con asombrosa y cansada lentitud se lleva al lector a descubrir la realidad sobre los campos de exterminio con los sentidos de un muchacho que, admirador del espíritu alemán influido por la propaganda, va viviendo y muriendo en un estado de perversa normalidad. Los reclusos, a su vez presos de otros iguales, solamente aspiran a disfrutar del minuto siguiente. No importa tanto la libertad como el pan o la sopa que no llega. Las prioridades pasan por planos relativos dependiendo del instante anterior; el hambre mitiga el dolor y el sueño el hambre; el lento deterioro físico no se observa; la miseria se viste de cotidianidad. Es la perversa normalidad.
Solo importa la inmediata subsistencia que produce un aberrante estado de felicidad, pero felicidad al fin y al cabo.
Imre Kertész describe al ser humano con una prioridad absoluta sobre cualquier otra: la pasión por la vida.
El tiempo del preso es la sucesión infinita de instantes que esperan al siguiente que a su vez está condicionado por el anterior. “Solo hay situaciones que contienen posibilidades”.
La cuestión Espacio / Tiempo se plantea como propiedades independiente de los hechos. Es el sujeto quien condiciona, causa y dota de identidad a los hechos. Todo el tiempo son pasos que recorren un camino con inmediatas consecuencias.
No todo es maldad, no todo es inocencia.

La frase: “Al final me estaba esperando, como una inevitable trampa, la felicidad. Incluso allí había habido, al lado de las chimeneas, entre las torturas algo que se parecía a la felicidad. Todos me preguntaban por los horrores, cuando para mi esa había sido la experiencia que más recordaba y de eso, de la felicidad en los campos de concentración debería hablarles la próxima vez que me pregunten.
Si me preguntan.
Y si todavía me acuerdo”

Sevilla 28/05/2008

8 comentarios:

Anónimo dijo...

En este libro describe uno de los episodios de la humanidad casi de los más terribles; el exterminio en los campos de concentración nazis. El personaje central de la novela es un joven de 15 años. La narrativa es sencilla y un poco irónica, pues ante tantos horrores como iba descubriendo día a día, el joven opta por ir aceptando y acomodándose a las diversas situaciones, siempre intentando sacarles el mejor partido y haciendo uso de una ética estricta para no caer en doloroso conflicto consigo mismo.
Lola

Anónimo dijo...

Una lectura enorme, terrible, porque en ella se construye la destrucción y el olvido de la felicidad, que es no ser, para no sentir. Pero él, quería ser feliz allí, tenía que intentar vivir. Su inocencia describe el horror. Un horror fiel a la realidad, una crudeza bajo un prisma de inocencia. Son unas páginas enormemente explícitas y sin embargo poco escalofriantes. De una manera fría y desapasionada el autor nos hace participes del más grande de los caos, bajo un papel de color. Un gran “perdonar” al mundo.PACA

Anónimo dijo...

Asombrada, ante la normalidad y la
ceptación de todos los horrores.
La fuerza que tiene la vida en un adolescente. Y como la persona es capaz de soportar los contratiempos y los dolores por muy fuertes que sean.

Anónimo dijo...

Mª de los Santos dijo...
Una vez leí " El ser humano tiene una capacidad portentosa para adaptarse a la realidad que le toca vivir, por muy horrenda que ésta sea." Esta lectura me lo ha recordado.

Anónimo dijo...

No te deja indiferente:Con elegancia,sin caer en el morbo, describe la rutina degradante y terrorifica de los campos de concentracion.
Una lucha por la vida,el dia a dia de un jpvan inocente que no entiende que le esta pasando.

Anónimo dijo...

Esta novela aboga, por una toma de conciencia global de estas tragedias y tambien de nuestra actitudes ante ellas, destacando un mensaje esperanzador, donde se resalta la fuerza de la vida... "No hay nada que el ser humano, no pueda soportar". carmen

Anónimo dijo...

Hay una frase muy cierta que dice, que Dios no nos mande lo que el ser humano puede soportar.
Viendo las vivencias de éste chico en el campo de concentración, uno comprende esta frase.
Aunque él empieza a vivir este holocausto desde la inocencia y desde la admiración que sentía por el pueblo alemán, poco a poco va comprendiendo y aprendiendo a soportar las vejaciones y torturas que día a día les van sucediendo.
Con mucha elegancia para que el lector casi no se de cuenta del sufrimiento nos va adentrando en esta historia, que además es la suya.
Me gusto mucho.

Anónimo dijo...

Esto es otra cosa... otra cosa...
¿Como te explicare?
¡Si tu no tienes imaginacion
Tu...no tienes imaginacion acuerdate que en tu "infierno"
no hay un niño siquiera
Y ese que ves ahi...
Esta solo¡solo Sin cicerone...
Esperando que se abran las puertas del infierno.LUIS FELIPE